Siguiendo
con la primera parte de esta serie de entradas sobre la enmarcación
de conservación, hablamos de las obras cuyo soporte es el papel, que
generalmente está compuesto por fibras de celulosa, aunque hoy en
día ya papeles sintéticos. Hasta finales del siglo XVIII se hacían
papeles de la mejor calidad, con unas fibras ricas en celulosa, lino
o cáñamo y que se utilizaban principalmente colas de origen animal.
En los papeles de fabricación moderna, en los que aún se utiliza
fibras de celulosa, éstas se obtienen con procedimientos químicos,
y se utilizan otros encolantes, y son generalmente de menor calidad;
aunque hay que subrayar que también se hacen papeles y cartones
especiales con algodón o lino, libres de ácidos y hasta con reserva
alcalina. mejorando las calidades, dando una garantía de estabilidad
y durabilidad.
El
papel suele contener entre un 5% y un 10% de agua. Como sabemos, el
PH es el grado de acidez o alcalinidad del papel. Con valores que van
desde el 0 - papel totalmente ácido - hasta el 14 - que sería un
papel totalmente alcalino - pasando por un término medio, o sea un
PH 7 que sería un papel neutro. Se trataría de lo más adecuado
poder acercarse a ese valor medio para asegurar la permanencia o
durabilidad del papel, sino se volvería amarillento y quebradizo.
Si el papel es de celulosa 100% tendrá más posibilidades de permanecer blanco y sin oxidaciones; generalmente son los papeles de algodón o lino. Los papeles de pasta mecánica de madera se deterioran mucho con el tiempo, ya que en la pasta no sólo lleva celulosa sino otros componentes del árbol, como lignina, minerales, lípidos, etc. Para eliminar el color natural de la fibra y poder llegar al blanco se suele aplicar a la pasta soluciones coloradas a través de procesos químicos (antiguamente se utilizaba cal para ello).
También
se añaden aditivos a la pulpa celulósica para mejorar aspectos como
la resistencia a la doblez y a la tensión, la humedad, evitar el
desprendimiento de pelusas u otros materiales añadidos.
Daños
químicos
Se tratan generalmente de degradaciones que producen un alto grado de acidez, provocando la destrucción molecular, aumentando su fragilidad. El origen de esta degradación puede ser debida a las materias que integran el propio papel en presencia de otros factores como la luz y/o la humedad.
Marcas
en la obra debida al paspartú ácido
Otros
contaminantes pueden trasmitirse por el contacto directo o por
emanaciones que provienen de elementos que han intervenido en la
conservación hasta ese momento del papel, como pueden ser adhesivos,
cintas adhesivas, disolventes, barnices, cartones, maderas, papeles,
etc., etc.
Restos de adhesivo que ha dañado el papel
También
la acción de otros factores como la luz, sobre todo las radiaciones
ultravioletas de la luz; y acompañado con variaciones de
temperatura, de humedad, sumando la suciedad que llegan a crear
reacciones químicas generando acidez, tanto en el papel como en las
tintas. Normalmente nos damos cuenta de ello cuando se ven a simple
vista, oscureciendo o cambiando el color del papel e incluso
produciendo alteraciones y transformaciones del color, llegando hasta
desaparecer alguno de los colores.
Evitar
estas degradaciones químicas con el enmarcado
- Lo
primero, conocer los materiales, productos y técnicas a utilizar.
- Evitar el contacto y las emanaciones de materiales ácidos e higroscópicos.
-
Atención a la luz directa. Importante no exponer las obras a las
radiaciones ultravioletas. También ayuda a la protección colgando
el cuadro algo inclinado respecto al plano de emisión de la luz.
Para ello es fundamental separar el cuadro de la pared ayudándonos
de la hembrilla de la que cuelga. Conviene que esté más separado de
la pared de la parte superior que de la inferior. Y si es posible, no
exponerlo delante de una ventana, que le den los rayos de sol
directamente. En caso de no ser posible, utilizar un vidrio o
metacrilato con protección ante los rayos U.V.
-
Utilizar materiales de conservación, como en las traseras,
paspartuses o cintas adhesivas y de precinto a base de celulosas de
lino o algodón, de PH neutro y en algunos casos con reserva
alcalina.
- Ojo
con la humedad. Para poder mantener un grado de humedad constante en
el interior del cuadro utilizaremos productos hidrofugantes y
reguladores de la humedad. El más conocido son las bolsitas de
sílicie (las típicas bolsas que viene en productos como calzado,
bolsos, etc.), también los papeles barrera, que es un papel muy
blanco, sin ácidos, que no amarillea con el paso del tiempo. Está
producido con un tratamiento contra moho y contiene una reserva
alcalina que neutraliza la migración de los ácidos.
Pero
el mejor material que he descubierto es el Art sorb, que se trata de
un producto también de sílice sensible a la humedad, que la absorbe
o suelta compensando así los cambios ambientales del espacio en que
se halla. Ideal para enmarcaciones, tanto normales como en vitrina.
Su
capacidad es muy superior a la del gel de sílice corriente,
aumentando cinco veces su efectividad, incluso en ambientes de alta
humedad relativa. Se presenta en hojas, perlas y cartuchos,
acondicionados todos a una humedad relativa del 50%.
Espero
que os haya servido esta breve información sobre los daños químicos
en las obras sobre papel. En la próxima entrada os hablaré de los
daños por contaminación biológica.
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